English version

Saturday, March 20, 2010

La familia y la libertad

Como persistentemente se insiste, la función única e indispensable de cualquier sistema de gobierno es el de salvaguardar la vida y la libertad para el individuo y la familia.
La vida, con la libertad; son dones de Dios quien desde la creación nos proveyese por gracia del Espíritu Santo, con sus dones tan especiales y particulares a la persona humana. Esa libertad es la que libremente nos permite elegir nuestro camino y enrumbándonos hacia Dios nos dota de la perfección necesaria para alcanzar la vida eterna y la salvación.

El pecado original marca el rompimiento del ser humano poniendo esa libertad a un uso equivocado ya que desde el principio ha sido el amor el instrumento que nos guía hacia nuestro destino natural. El pecado original denoto la presencia del egoísmo en nuestras vidas optando por el mal sobre el bien.
Es imposible escapar a la responsabilidad por el uso de la libertad, producto de nuestras decisiones u omisiones y es por tanto imposible el pretender que por llamar al pecado por otro nombre, este dejara de ser pecado.
El ser humano del principio tal como el ser humano del siglo XXI desde el nacimiento de Cristo, no está muy aparte de cada uno, puesto que en nuestros días, se observa la campaña terca y descarada a pretender convertir los desmanes de una cultura de muerte y desolación en ‘progreso’ social.
El mandamiento divino de crecer y multiplicarse ha sido completamente tergiversado hacia la falaz idea fomentada por el egoísmo de que los bebes pueden ser impunemente asesinados en beneficio de la ‘madre’ por esta querer ‘sufrir’ la ‘perdida’ de su estado social o estilo de vida.
La familia, que naturalmente parte del matrimonio; ambas instituciones creadas por Dios desde la creación como valuarles y cimentos de la sociedad, personificando la pureza del amor como esencia de vida; es atacada y ‘virtual izada’ bajo el asimismo falaz concepto del matrimonio entre personas del mismo sexo, puerta de partida hacia la ridiculización y eventual destrucción de la sagrada institución como mera unión ‘social’ entre cualesquiera con cualesquiera.
El amor como esencia de vida es transformado en una gesta de poder, de acumulación material y de dominio, desmereciendo totalmente la del fundamento puro de la libertad.
Sin instituciones divinas como la familia y el matrimonio, la libertad deja de existir dando paso al libertinaje y por este al egoísmo ya que transforma la individualidad en individualismo de por si revelando su carencia de amor y estructura social.
Sin la familia como núcleo fundamental de la sociedad, esta deja de serlo para convertirse tan solo en un conjunto de individuos persiguiendo solo sus propios intereses en total desprecio por la vida y la libertad de los demás.

Bookmark and Share