Miguel, Gabriel, Rafael
Miles y miles le servían
Durante
la visión, vi que colocaban unos tronos, y un anciano se sentó; su vestido era
blanco como nieve, su cabellera como lana limpísima; su trono, llamas de fuego;
sus ruedas, llamaradas. Un río impetuoso de fuego brotaba delante de él. Miles
y miles le servían, millones estaban a sus órdenes. Comenzó la sesión y se
abrieron los libros. Mientras miraba, en la visión nocturna vi venir en las
nubes del cielo como un hijo de hombre, que se acercó al anciano y se presentó
ante él. Le dieron poder real y dominio; todos los pueblos, naciones y lenguas
lo respetarán. Su dominio es eterno y no pasa, su reino no tendrá fin. (Daniel
7,9-10.13-14)
Miguel y sus ángeles declararon la guerra al dragón
Se
trabó una batalla en el cielo; Miguel y sus ángeles declararon la guerra al
dragón. Lucharon el dragón y sus ángeles, pero no vencieron, y no quedó lugar
para ellos en el cielo. Y al gran dragón, a la serpiente primordial que se
llama diablo y Satanás, y extravía la tierra entera, lo precipitaron a la
tierra, y a sus ángeles con él. Se oyó una gran voz en el cielo: Ahora se
estableció la salud y el poderío, y el reinado de nuestro Dios, y la potestad
de su Cristo; porque fue precipitado el acusador de nuestros hermanos, el que
los acusaba ante nuestro Dios día y noche. Ellos le vencieron en virtud de la
sangre del Cordero y por la palabra del testimonio que dieron, y no amaron
tanto su vida que temieran la muerte. Pero esto, estad alegres, cielos, y los
que moráis en sus tiendas. (Apocalipsis 12,7-12ª)Salmo 137 - Delante de los ángeles tañeré para ti, Señor.
Te doy gracias, Señor, de todo
corazón;
delante de los ángeles tañeré para
ti,
me postraré hacia tu santuario.
Daré gracias a tu nombre:
por tu misericordia y tu lealtad,
porque tu promesa supera a tu fama;
cuando te invoqué, me escuchaste,
acreciste el valor en mi alma.
Que te den gracias, Señor, los
reyes de la tierra,
al escuchar el oráculo de tu boca;
canten los caminos del Señor,
porque la gloria del Señor es
grande.
LOS ÁNGELES EN LA
HISTORIA DE LA SALVACIÓN
Es oportuno notar que
la Iglesia honra con culto litúrgico a tres figuras de ángeles, que en la
Sagrada Escritura se les llama con un nombre.
El primero es Miguel
Arcángel (Cfr. Dan 10, 13.20; Ap 12, 7; Jdt. 9). Su nombre expresa
sintéticamente la actitud esencial de los espíritus buenos: 'Mica-El'
significa, en efecto: '¿quien como Dios?'. En este nombre se halla expresada,
pues, la elección salvífica gracias a la cual los ángeles 'ven la faz del
Padre' que está en los cielos.
El segundo es Gabriel:
figura vinculada sobre todo al misterio de la Encarnación del Hijo de Dios
(Cfr. Lc 1, 19. 26). Su nombre significa: 'Mi poder es Dios' o 'Poder de Dios',
como para decir que en el culmen de la creación, la Encarnación es el signo
supremo del Padre omnipotente.
Finalmente el tercer
arcángel se llama Rafael. "Rafa-El' significa: 'Dios cura', El se
ha hecho conocer por la historia de Tobías en el antiguo Testamento (Cfr. Tob
12, 50. 20, etc.), tan significativa en el hecho de confiar a los ángeles los
pequeños hijos de Dios, siempre necesitados de Custodia, cuidado y protección.
Reflexionando bien se
ve que cada una de estas tres figuras: Mica-El, Gabri-El, Rafa-El reflejan de
modo particular la verdad contenida en la pregunta planteada por el autor de la
Carta a los Hebreos: '¿No son todos ellos espíritus administradores, enviados
para servicio en favor de los que han de heredar la salvación?' (1, 14). JPII