Evangelio según san Lucas9, 1-6
En aquel tiempo, Jesús reunió a los Doce y les dio autoridad y poder sobre todos los demonios, y para curar enfermedades; y los envió a proclamar el Reino de Dios y a curar. Y les dijo: No toméis nada para el camino, ni bastón, ni alforja, ni pan, ni plata; ni tengáis dos túnicas cada uno. Cuando entréis en una casa, quedaos en ella hasta que os marchéis de allí. En cuanto a los que no os reciban, saliendo de aquella ciudad, sacudid el polvo de vuestros pies en testimonio contra ellos. Saliendo, pues, recorrían los pueblos, anunciando la Buena Nueva y curando por todas partes.
Oración introductoria
Señor, quiero ponerme en camino para predicar tu Reino con mi testimonio de vida. Inicio poniendo en tus manos mi intención y te pido, en esta oración, que me concedas un corazón generoso y seguro de su misión, para la cual sólo necesito de tu gracia.
Petición
Jesús, dame tu gracia para ser un auténtico discípulo y misionero de tu amor.
Meditación del Papa
Jesús no solamente envió a sus discípulos a curar a los enfermos, sino que instituyó también para ellos un sacramento específico: la Unción de los enfermos. La Carta de Santiago atestigua ya la existencia de este gesto sacramental en la primera comunidad cristiana. Si la Eucaristía muestra cómo los sufrimientos y la muerte de Cristo se han transformado en amor, la Unción de los enfermos, por su parte, asocia al que sufre al ofrecimiento que Cristo ha hecho de sí para la salvación de todos, de tal manera que él también pueda, en el misterio de la comunión de los santos, participar en la redención del mundo. La relación entre estos sacramentos se manifiesta, además, en el momento en que se agrava la enfermedad: "A los que van a dejar esta vida, la Iglesia ofrece, además de la Unción de los enfermos, la Eucaristía como viático". En el momento de pasar al Padre, la comunión con el Cuerpo y la Sangre de Cristo se manifiesta como semilla de vida eterna y potencia de resurrección: "El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día". Puesto que el santo Viático abre al enfermo la plenitud del misterio pascual, es necesario asegurarle su recepción. Benedicto XVI, Exhortación apostólica post sinodal Sacramentum caritatis, n. 22.
Reflexión
¿Qué se necesita para predicar el Evangelio? Conocerlo. Nada más.