La ley del
Señor es perfecta y es descanso del alma; el precepto del Señor es fiel e
instruye al ignorante.
Los mandatos
del Señor son rectos y alegran el corazón; la norma del Señor es límpida y da
luz a los ojos.
La voluntad
del Señor es pura y eternamente estable; los mandamientos del Señor son
verdaderos y enteramente justos.
Que te agraden las
palabras de mi boca, y llegue a tu presencia el meditar de mi corazón, Señor,
roca mía, redentor mío.