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Thursday, February 28, 2013

Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor. - Salmo 1


Dichoso el hombre
que no sigue el consejo de los impíos,
ni entra por la senda de los pecadores,
ni se sienta en la reunión de los cínicos;
sino que su gozo es la ley del Señor,
y medita su ley día y noche. 
Será como un árbol
plantado al borde de la acequia:
da fruto en su sazón
y no se marchitan sus hojas;
y cuanto emprende tiene buen fin. 
No así los impíos, no así;
serán paja que arrebata el viento.
Porque el Señor protege el camino de los justos,
pero el camino de los impíos acaba mal. 

Maldito quien confía en el hombre; bendito quien confía en el Señor


Así dice el Señor: "Maldito quien confía en el hombre, y en la carne busca su fuerza, apartando su corazón del Señor. Será como un cardo en la estepa, no verá llegar el bien; habitará la aridez del desierto, tierra salobre e inhóspita. Bendito quien confía en el Señor y pone en el Señor su confianza. Será un árbol plantado junto al agua, que junto a la corriente echa raíces; cuando llegue el estío no lo sentirá, su hoja estará verde; en año de sequía no se inquieta, no deja de dar fruto. Nada más falso y enfermo que el corazón: ¿quién lo entenderá? Yo, el Señor, penetro el corazón, sondeo las entrañas, para dar al hombre según su conducta, según el fruto de sus acciones." Jeremías 17,5-10 

El hombre rico y el pobre Lázaro

El hombre rico y el pobre Lázaro

Evangelio según san Lucas16,19-31

Había un hombre rico que se vestía con ropa finísima y comía regiamente todos los días. Había también un pobre, llamado Lázaro, todo cubierto de llagas, que estaba tendido a la puerta del rico. Hubiera deseado saciarse con lo que caía de la mesa del rico, y hasta los perros venían a lamerle las llagas. Pues bien, murió el pobre y fue llevado por los ángeles al cielo junto a Abraham. También murió el rico, y lo sepultaron. Estando en el infierno, en medio de los tormentos, el rico levantó los ojos y vio a lo lejos a Abraham y a Lázaro con él en su regazo. Entonces gritó: «Padre Abraham, ten piedad de mí, y manda a Lázaro que moje en agua la punta de su dedo y me refresque la lengua, porque me atormentan estas llamas». Abraham le respondió: «Hijo, recuerda que tú recibiste tus bienes durante la vida, mientras que Lázaro recibió males. Ahora él encuentra aquí consuelo y tú, en cambio, tormentos. Además, mira que hay un abismo tremendo entre ustedes y nosotros, y los que quieran cruzar desde aquí hasta ustedes no podrían hacerlo, ni tampoco lo podrían hacer del lado de ustedes al nuestro». El otro replicó: «Entonces te ruego, padre Abraham, que envíes a Lázaro a la casa de mi padre, a mis cinco hermanos: que vaya a darles su testimonio para que no vengan también ellos a parar a este lugar de tormento». Abraham le contestó: «Tienen a Moisés y a los profetas; que los escuchen». El rico insistió: «No lo harán, padre Abraham; pero si alguno de entre los muertos fuera donde ellos, se arrepentirían». Abraham le replicó: «Si no escuchan a Moisés y a los profetas, aunque resucite uno de entre los muertos, no se convencerán».

Oración introductoria

Dios mío, Tú conoces mis sufrimientos. Tú mismo te quisiste hacer hombre para compartir cada uno de mis dolores y darme la seguridad de que estarás siempre conmigo en esta vida. Dame la fe para soportar valientemente mis carencias materiales o espirituales sabiendo que todas me las premiarás. Haz que viva desapegado interiormente de todos los bienes materiales, para salir al encuentro de los demás "Lázaros" y ser para ellos expresión de tu amor.

Petición

Señor, que desde este momento socorra en tu nombre a todas las personas que necesiten de ayuda y de consuelo, y que sea yo el primero en unir mis sufrimientos a los que padeciste por mí.

Meditación del Papa

Jesús narra la parábola del hombre rico y del pobre Lázaro. El primero vive en el lujo y en el egoísmo, y cuando muere, acaba en el infierno. El pobre, en cambio, que se alimenta de las sobras de la mesa del rico, a su muerte es llevado por los ángeles a la morada eterna de Dios y de los santos. "Bienaventurados los pobres -había proclamado el Señor a sus discípulos- porque vuestro es el Reino de Dios". Pero el mensaje de la parábola va más allá: recuerda que, mientras estemos en este mundo, debemos escuchar al Señor que nos habla mediante las sagradas Escrituras y vivir según su voluntad, de lo contrario, después de la muerte, será demasiado tarde para arrepentirse. Por tanto, esta parábola nos dice dos cosas: la primera es que Dios ama a los pobres y les alivia de su humillación; la segunda es que nuestro destino eterno está condicionado por nuestra actitud, depende de nosotros seguir el camino que Dios nos ha mostrado para llegar a la vida, y este camino es el amor, no entendido como sentimiento, sino como servicio a los demás, en la caridad de Cristo. (Benedicto XVI, 26 de septiembre de 2010).

Wednesday, February 27, 2013

Tercer anuncio de la Pasión

Tercer anuncio de la Pasión

Evangelio según san Mateo20, 17-28

Cuando iba subiendo Jesús a Jerusalén, tomó aparte a los Doce, y les dijo por el camino: «Mirad que subimos a Jerusalén, y el Hijo del hombre será entregado a los sumos sacerdotes y escribas; le condenarán a muerte y le entregarán a los gentiles, para burlarse de él, azotarle y crucificarle, y al tercer día resucitará. Entonces se le acercó la madre de los hijos de Zebedeo con sus hijos, y se postró como para pedirle algo. El le dijo: «¿Qué quieres?» Dícele ella: «Manda que estos dos hijos míos se sienten, uno a tu derecha y otro a tu izquierda, en tu Reino». Replicó Jesús: «No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber la copa que yo voy a beber?» Dícenle: «Sí, podemos». Díceles: «Mi copa, sí la beberéis; pero sentarse a mi derecha o mi izquierda no es cosa mía el concederlo, sino que es para quienes está preparado por mi Padre. Al oír esto los otros diez, se indignaron contra los dos hermanos. Mas Jesús los llamó y dijo: «Sabéis que los jefes de las naciones las dominan como señores absolutos, y los grandes las oprimen con su poder. No ha de ser así entre vosotros, sino que el que quiera llegar a ser grande entre vosotros, será vuestro servidor,y el que quiera ser el primero entre vosotros, será vuestro esclavo; de la misma manera que el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos».

Oración introductoria

Jesús, permite que esta meditación me lleve a crecer en el amor, especialmente en este tiempo en que la Iglesia me invita a contemplar el gran sacrificio que implicó mi redención. Guía mi oración, ilumíname para que no sólo comprenda, sino que viva, en todo y con todos, la caridad.

Petición

Te suplico, Jesús, que nunca permitas que sea indiferente a tus innumerables muestras de amor.

Meditación del Papa

Jesús va de camino hacia Jerusalén y anuncia por tercera vez, indicándolo a los discípulos, el camino a través del cual va a llevar a cumplimiento la obra que el Padre le encomendó: es el camino del don humilde de sí mismo hasta el sacrificio de la vida, el camino de la Pasión, el camino de la cruz. Y, sin embargo, incluso después de este anuncio, como sucedió con los anteriores, los discípulos manifiestan toda su dificultad para comprender, para llevar a cabo el necesario "éxodo" de una mentalidad mundana hacia la mentalidad de Dios. En este caso, son los dos hijos de Zebedeo, Santiago y Juan, quienes piden a Jesús poder sentarse en los primeros puestos a su lado en la "gloria", manifestando expectativas y proyectos de grandeza, de autoridad, de honor según el mundo. Jesús, que conoce el corazón del hombre, no queda turbado por esta petición, sino que inmediatamente explica su profundo alcance: "No sabéis lo que pedís"; después guía a los dos hermanos a comprender lo que conlleva seguirlo. (Benedicto XVI, 20 de noviembre de 2010)

Tuesday, February 26, 2013

Al que sigue buen camino le haré ver la salvación de Dios. - Salmo 49


"No te reprocho tus sacrificios, / pues siempre están tus holocaustos ante mí. / Pero no aceptaré un becerro de tu casa, / ni un cabrito de tus rebaños.
¿Por qué recitas mis preceptos / y tienes siempre en la boca mi alianza, / tú que detestas mi enseñanza / y te echas a la espalda mis mandatos?
Esto haces, ¿y me voy a callar? / ¿Crees que soy como tú? / El que me ofrece acción de gracias, / ése me honra; / al que sigue buen camino / le haré ver la salvación de Dios."