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Monday, January 20, 2014

CATÓLICO PERO NO PRACTICANTE (recibido por correo-e)



Cuando oyes por primera vez estas palabras percibes un qué de contradicción que te coge por sorpresa y no sabes qué decir, pero en seguida te das cuenta de que no valen. Es algo así como decir soy amable, pero no practicante; amigo fiel, pero no practicante; leal, pero no practicante; buen trabajador, pero no practicante; buen padre o madre, pero no practicante; respetuoso con las leyes, pero no practicante. Todo un desatino.
Es una cobardía porque se intenta justificar la inconsecuencia del estilo de vida que se lleva con una frase chocante. Y es una mentira, por graciosa que parezca, porque es un pretexto para no decir que no se cree sin decir que no se cree.
Tal manera de hablar se da por lo general en personas bien, despreocupadas de las cosas de Dios, que se creen intelectualmente superiores, quieren impresionar y ser admiradas. Salen con la frasecita de marras cuando hablan en público o con católicos para así mostrar cuán por encima están de las inquietudes de los que quieren cumplir bien como cristianos.

Es ahí donde tienen su recompensa, en la admiración de los demás, que no en otro sitio. Poca cosa por cierto.
Infinitamente más sincera la actitud del hombre que sabe que se ha equivocado, que se siente débil, pobre y pecador y dice: "Señor, ten misericordia de mí que soy eso, un pobre pecador".
Ante estas palabras en boca del peor de los hombres, el mismo Dios se desarma y no puede menos que perdonar. Es como si se le tocase a Dios una fibra de su ser que le obliga a  mirarnos con más amor.
Y es que a Dios le pasa como a nosotros. Con dificultad aguantamos al soberbio o al falso que habla pero no siente, pero no sé qué nos pasa cuando alguien nos pide excusa o perdón y notamos su sinceridad. Siempre acabamos diciendo: “Hala, hala, ya vale, que ya está olvidado”, y vamos a tomar un café juntos.
Ya en su tiempo Jesucristo se encontró con los hipócritas de rigor que se creían muy sabios y muy superiores a los demás. Contra ellos lanzó aquellas terribles palabras:
“Os aseguro que los recaudadores y las prostitutas os llevan la delantera para entrar en el Reino de Dios” (Mateo 21,31).
Y la razón es que éstos son sinceros. No mienten cuando dicen que son unos pecadores. Jamás dicen: “Somos unos tíos, pero no practicantes”
También por eso el Señor nos contó la parábola del fariseo y el recaudador. El fariseo decía: "Yo no soy como los demás… ni tampoco como ése…" (Lucas 18,11). En cambio el recaudador repetía: “¡Dios mío!, ten compasión de este pecador”
(Lucas 18,13).
Tal vez te choque que el Señor use eso de recaudador para indicar al más bajo de los pecadores. En aquellos tiempos en Palestina los recaudadores eran los colaboradores del opresor romano que extraían cuantos impuestos podían de la gente para dárselos al gobierno extranjero lo que para un judío era lo más infame y perverso que un hijo de Abrahán podía hacer.
El orgulloso se come su soberbia y ahí se queda con su digestión. En cambio Dios se da al humilde y sencillo. Fijáos con qué palabras se dirigía Jesús a su Padre:
"Bendito  seas, Padre, Señor del cielo y tierra, porque has ocultado estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla" (Lucas 10,21).
Soy cristiano y practicante y, cuando por lo que sea no llego al nivel que Dios espera de mí, no por eso le voy a negar sino que mi práctica como católico practicante será pedirle perdón y empezar de nuevo. Y si vuelvo a caer, otra vez le pido perdón y empiezo otra vez de nuevo. Jamás le diré al Señor que soy su amigo pero no practicante.
Dice el Señor:
"Yo os digo: Por todo el que se declare por mí ante los hombres, también el Hijo de Hombre se declarará por él ante los ángeles de Dios. Pero el que me niegue delante los hombres, será negado delante de los ángeles de Dios" (Lucas 12,8).
"No he venido a llamar a justos, sino a pecadores" (Mateo 9,13).
Mi corazón es tuyo, Señor. Te lo ofrezco con todos mis pecados. Tenme misericordia en la hora de mi muerte.