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Tuesday, August 5, 2014

En guerra con sus entrañas (recibido por correo-e)

En el extremo de Miraflores, cerca al Malecón, estaba el Barrio Alegre que lo componían jóvenes de familias que vivían por ahí, como los Camino, de la Puente, Tiravanti, Diez Canseco. Hans von Ehren, el gringo Lecca. El Barrio Alegre estaba atravesado por la calle Diego Ferré donde una vez se instaló la familia Vargas. Las familias de por ahí no tenían idea quiénes eran. Los chicos del Barrio Alegre estudiaban en el colegio de los maristas del Champgnat, o donde los jesuitas de la Inmaculada, o con los marianistas del Santa María. El hijo de la familia Vargas, llamado Mario Vargas Llosa, estaba en el Colegio Militar Leoncio Prado, de interno, por lo cual sólo lo veían pasar los fines de semana con su uniforme negro, cinturón y bandolera blancos, gorra blanca. Le gritaban ‘chocolatero’ pues los que vendían chocolates en los cines llevaban un vestido similar.

Nadie en el Barrio Alegre llegó a trabar amistad con él, pero supieron que había estudiado en un colegio de Piura y que la primaria la hizo en Bolivia. Nadie de los barrios miraflorinos conocía el Leoncio Prado mientras que en el verano todos nos bañábamos en la piscina del Champagnat.

Mario Vargas Llosa era pues un tipo aislado y desconocido en su vecindario. Y las amas de casa nunca supieron del papá de Vargas que nunca estuvo allí y la daban como madre soltera. Era una señora arequipeña que no conocía a los Ricketts, ni a los Bustamante, ni a los de Romaña. Mario Vargas Llosa creció aislado en Miraflores y su mundo era el Colegio Militar donde vivía y dormía toda la semana. El aislamiento que sufrió de la clase social a la que aspiraba, le dejó un resabio amargo hacia ella.
En la Universidad de San Marcos empezó a alternar con jóvenes que tenían igual afición literaria a la suya, Lucho Loayza, Julio Ramón Ribeyro, Gonzalo Rose, también con bulliciosos dirigentes apristas y comunistas, que le fueron dejando marca de una simpatía socialistoide.

A los diez años apareció en casa su padre que a él le habían dicho había muerto. Un señor Humberto Vargas Maldonado que había dejado hijos en varias mujeres sin casarse con ellas. Al aparecer en casa, para el niño Vargas era un extraño al que primero temió y después odió como él mismo lo confirmaría después. Lo incriminaba por ponerse a escribir historietas en vez de salir a jugar fútbol y a trompearse como hombre. Este abuso del padre, que para él no era tal, lo marcó de por vida.

En su afán de integrarse a la clase dominante, en Arequipa se casa a los 19 años con su tía política por el lado materno, Julia Urquidi, diez años mayor que él y emigran a Europa donde encuentra un mundo fértil para sus aspiraciones y se interna en el ámbito intelectual del París bohemio. Eran tiempos de la Guerra Fría y la juventud francesa se inclinaba al socialismo y a enfrentarse al imperialismo. La América Latina estaba copada con dictadores, con Somoza en Nicaragua, Batista en Cuba, Trujillo en Dominicana, la Década Infame en la Argentina, Getulio Vargas en Brasil, Pérez Jiménez en Venezuela, Odría en Perú.
Persistiendo con la idea de integrarse a la clase dominante peruana, se divorcia de la tía y se casa con su prima Patricia Llosa. Enterraba el Vargas y se envolvía en Llosa.

Los jóvenes europeos tenían una abierta simpatía por los barbudos que en Cuba combatían la dictadura. Cuando triunfan en 1959, muchos van a La Habana a saludar a Fidel Castro. Vargas Llosa ve que algo así se requería en Perú para terminar con esa clase social que oprimía al pueblo y que le había dado la espalda a él.

Sin embargo, con el tiempo en Europa fue adquiriendo fama de escritor y publicaba cada vez más y mejores novelas lo cual le trajo renombre y dinero. Llegó a integrarse a la ‘clase alta’ europea y a codearse con la nobleza. Sintió que el mundo que en su tierra le había cerrado las puertas, aquí en Europa lo admitía y hasta lo mimaba. Esto le permitió dejar de lado todo rezago de socialismo e incorporarse a la derecha aristocrática europea.

Regresando al Perú después de tiempo ya era un liberal de derecha a ultranza y ácido crítico del socialismo comenzando con duros ataques verbales a Fidel Castro.

En la década del 80 se vuelve políticamente activo causando sorpresa por sus posiciones ultraliberales pues sus alabanzas a la revolución cubana parecían aún frescas. Emulando a Lech Valesa que con su movimiento Solidarność llegó a la presidencia de Polonia, Vargas Llosa funda el Movimiento Libertad que reunía a gente de la derecha peruana. Se asocia con los dos mayores partidos de la derecha, Acción Popular, AP, y el Partido Popular Cristiano, PPC, y forman el Fredemo que lo nomina candidato a la presidencia para las elecciones de 1990.

Durante la campaña tiene altercados con Fernando Belaúnde Terry de AP y con Luis Bedoya Reyes del PPC y no pudiendo resolverlos renuncia a la candidatura y se va del país. Le piden que vuelva y retorna, pero nuevamente se enfrenta a lo que él llama ‘la aristocracia retrógrada y se escapa otra vez. Belaúnde y Bedoya le imploran que retorne, que las elecciones están ad portas y no vaya a ser que aparezca un desconocido audaz y frustre los proyectos del Fredemo que venían elaborando por tiempo.

Durante gran parte de la campaña electoral fue el candidato favorito, pero sus desplantes y majaderías y su visceral rechazo a la aristocracia decadente, permiten que un desconocido rector de la Universidad Agraria, Alberto Fujimori, atraiga la atención del público y gana el apoyo de la izquierda que como siempre estaba atomizada y de los apristas que salían del pésimo gobierno de Alan García.

Contra todo lo imaginable, Alberto Fujimori gana las elecciones y lo nombran Presidente del Perú. Esto fue duro para Vargas Llosa, si lo hubiera derrotado un Pérez de Cuéllar o un Fernando Belaúnde, bueno, pero un ¡miserable nissei! era inadmisible y se va a Europa.

Fujimori, ni tonto ni perezoso, empezó a implantar las políticas que había diseñado el Fredemo. Detuvo la inflación de miles de por ciento y se enfrentó con mano dura al terrorismo ya que Abimael Guzmán se preparaba para tomar Lima y derrumbar al Estado Peruano. Pero entre el Congreso, el Poder Judicial y los organismos gubernamentales en general tenían maniatado al Ejecutivo, entonces Fujimori da un autogolpe de estado, disuelve el Congreso, el Poder Judicial y a mano firme toma el control del Estado. Al poco tiempo atrapan a Abimael Guzmán y al núcleo senderista que pretendía hacer del Perú una Camboya Polpotiana.

Vargas Llosa, humillado en Madrid, escoge este golpe como excusa para solicitarle al rey de España le otorgue la nacionalidad española porque temía le quitasen la peruana y quedaría como un apátrida. En verdad no era por eso, quería desligarse del todo de ese Perú que nunca lo apreció y de la clase social a la que aspiró y nunca lo aceptó. Se torna así en súbdito del Rey de España que tiempo después le confiere el título nobiliario de Marqués de la Corona.

En el año 2010 la academia sueca le confiere el preciado Premio Nobel de Literatura. Estalla en júbilo. Viene al Perú y lo abruman con alabanzas de todas partes. Va al Leoncio Prado, se pasea por Arequipa, fotos delante de la casa en Diego Ferré, doctor honoris causa en las universidades. ¡Qué más!

Pero no. Aún desea escarmentar a quienes lo rechazaron toda su vida. En la segunda vuelta para elegir al presidente del Perú compite el izquierdista Ollanta Humala con el apoyo del comunismo local y de Hugo Chávez, contra Keiko Fujimori, hija del ex presidente y que cuenta con la simpatía de la derecha peruana.

Pues bien, Mario Vargas Llosa le da abierto apoyo a Ollanta Humala y no a la joven Keiko que representaba la línea política que él venía respaldando.

La prensa y la opinión pública explican esta aberrante postura por el resentimiento que guarda al haber sido derrotado por Alberto Fujimori. No es así, eso sólo explica una parte de su proceder, el más notorio, pero no el más significativo. El asunto viene de atrás, de mucho más atrás, Desde que un tal Vargas embarazara a varias mujeres y él naciera de una de ellas. Creció creyendo que su padre había muerto cuando de pronto aparece en su casa un hombre vulgar y violento, que dice ser su padre y lo maltrata y humilla. Luego, una sociedad a la que él creía pertenecer le da la espalda y lo relega.
 
no os preocupéis, nobles amigos, que lleve la frente arrugada, yo vivo en paz con los hombres y en guerra con mis entrañas
Antonio Machado

Vargas Llosa vive en guerra con sus entrañas.