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Friday, November 28, 2014

En Estambul los musulmanes van a la iglesia por San Jorge y hay ortodoxos en las misas católicas (recibido por correo-e adonai@egrupos.net)


El Papa Francisco llega a Turquía este viernes. Es un país de cultura musulmana pero con un régimen político laicista, donde es posible cambiar de religión sin represalias legales. Sin embargo, casi no hay católicos, apenas unos 50.000 en todo el país, la mayoría en Estambul. 

Además hay algunas decenas de miles de cristianos de iglesias ortodoxas y orientales (grecortodoxos, siríacos, armenios…) y refugiados cristianos llegados de Siria e Irak (incluyendo muchos católicos de rito caldeo). El Papa busca un acercamiento a los ortodoxos a través del Patriarca Ecuménico Bartolomé de Constantinopla.

El corresponsal de agencia Efe en Estambul, Ilya U. Topper, ha difundido una serie de crónicas sobre el cristianismo en el país que visita el Papa Francisco, que recopilamos a continuación.


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Una misa en Estambul
Celebrar una misa católica en Estambul es un ejercicio de diversidad: fieles locales, refugiados africanos, turistas e incluso algún musulmán se dan cita en el templo.

Según explica a Efe el vicario apostólico de Estambul, Louis Pelâtre, en la gran metrópolis del Bósforo con sus 15 millones de habitantes hay solo entre 25.00 y 40.000 católicos, pero la cifra es difícil de fijar, porque la congregación "cambia todo el rato".



San Antonio de Padua en Estambul

"Ahora hay muchos refugiados africanos, pero también estudiantes, algunos ´erasmus´, los filipinos están desde hace tiempo... y hay un colectivo polaco importante", cuenta.

Es una grey "muy distinta a la antigua base de la comunidad, que eran los levantinos", recuerda el vicario, en referencia a las familias de descendencia francesa o italiana que llevan muchas generaciones afincadas en el Mediterráneo Oriental. Lo que prácticamente no hay son turcos.

Las ramas autóctonas de la Iglesia Cristiana en Turquía se dividen entre armenios, griego-ortodoxos, siriacos y caldeos, estos últimos también parte de la familia católica.

Convertirse es legal en Turquía y la administración no pone pegas a quien quiera cambiar de fe, pero "muy pocos" musulmanes dan este paso, explica Pelâtre, "aunque sí hay libertad religiosa".



Comunión en San Esteban, en Estambul;
el sacerdote es italiano


Eso sí, cada martes, la iglesia de San Antonio en la calle Istiklal, la principal arteria comercial turca, tañe sus campañas para llamar a misa en turco.

La mayoría del público está más dado a curiosear o a hacerse fotos ante la estatua de San Juan XXIII -predicó aquí cuando fue delegado apostólico en Turquía- pero tampoco falta quien pone velas o medita ante la imagen de la Virgen.

Las familias armenias y las mixtas
Varias señoras charlan en armenio: aunque los armenios católicos disponen de iglesias propias, es frecuente que se acercan a la misa latina en turco.

Pero también hay turcoparlantes, como Özge, una estudiante de relaciones públicas, que acompaña a su madre Angelina, hija de armenia y polaco, casada con un musulmán.

"La mayoría de las cristianas que se casan con un musulmán se convierten, pero mi marido -ya falleció- nunca me lo pidió; desde luego no hace falta convertirse para registrar un matrimonio, la fe es un asunto personal en Turquía", explica Angelina a Efe.

Su hija fue registrada como musulmana, pero un buen día decidió modificar la casilla de "religión" en su carné de identidad.

"Fui al registro civil y declaré que soy cristiana; me lo cambiaron sin problemas", relata Özge; "sin embargo, no figuro como cristiana para la Iglesia: para bautizarse hay que hacer un sin fín de cursillos y exámenes y lo dejé".

Nunca tuvo problemas por ser cristiana turca, asegura.

"En el colegio público dan clase de religión islámica, pero me dispensaron. Lo único malo es que últimamente ponen preguntas relacionadas con el islam en el examen, pero a mí no me pasó", recuerda.

A Angelina tampoco le preocupa la corriente islamista, que en los últimos años se ha hecho fuerte en Turquía, permitida e incluso fomentada por el muy conservador Gobierno del Partido Justicia y Desarrollo (AKP), en el poder desde 2002.

"En algunos barrios (de Estambul) se nota, desde luego, pero en el nuestro, de clase media moderna, no. Allí, la religión a nadie le importa", asegura.



En la iglesia católica del Santo Espíritu en Harbiye cualquiera -también musulmanes- puede entrar, poner velas y orar a la Virgen

Musulmanas que gustan de hablar con curas
En la iglesia también hay musulmanas que buscan un rato de paz espiritual, como Nihal, ama de casa, que hace cola para un rato de conversación con el Padre Julian.

"El Corán no lo entiendo, y con los imames en la mezquita no se puede hablar; aquí me siento a gusto y el padre responde las preguntas que me hago", asevera a Efe.

También ha encendido una vela, algo nada extraño en Estambul, donde muchos musulmanes realizan este pequeño gesto en las iglesias de su barrio o, sobre todo, en la romería ortodoxa que en abril se celebra en una de las islas cercanas.

Sobre el portal de la iglesia de San Antonio ya se ha colgado una pancarta que da la bienvenida, en turco y en inglés, tanto al Papa Francisco, como al Patriarca Bartolomeo, aunque el pontífice no oficiará misa aquí, sino en la catedral del Santo Espíritu, más cercana a la nunciatura y menos frecuentada.

Profundizar en el acercamiento entre Vaticano e Iglesia Ortodoxa es el motivo principal de la visita de Francisco, subraya Pelâtre, mientras que la visita a Ankara, el 28 de noviembre, será un poco más que protocolaria.

De hecho, existen reivindicaciones de la Iglesia Católica frente al Estado turco, por ejemplo, el reconocimiento como entidad jurídica, del que ahora no goza.
Sin embargo, sobre ese asunto no se prevén conversaciones concretas durante la estancia del papa Francisco en Turquía, asegura el vicario.

Siete ramas del cristianismo en Estambul
Un paseo por las iglesias de Estambul es una especie de caleidoscopio de las diversas ramas en las que la cristiandad se ha dividido desde que nació: siete congregaciones distintas tienen sede aquí desde hace muchos siglos.

La más antigua es la Iglesia Ortodoxa, cuyo Patriarcado ecuménico reclama ser la continuación directa de los inicios del cristianismo en Anatolia, la región donde se formó la Iglesia primitiva y se organizó por primera vez en comunidades estructuradas.

Aunque sólo quedan unos 3.000 fieles de esta confesión, tras las oleadas de emigración a mediados del siglo, los sacerdotes mantienen abiertos 50 lugares de culto en la antigua capital otomana.

Cada 6 de enero, miles de griegos acuden a Estambul para participar en la ceremonia de la Epifanía, durante la que el patriarca lanza un crucifijo a las aguas del Cuerno de Oro.

Decenas de jóvenes compiten nadando para alcanzar el sagrado objeto y devolvérselo al dignatario.

Los armenios, separados en el siglo V
Mucho más numerosos son los fieles de la Iglesia Apostólica Armenia, también llamada gregoriana: suman unos 60.000 almas.

Algunos barrios de Estambul tienen aún un marcado carácter armenio, pero en el centro, la gran Iglesia de la Trinidad permanece totalmente oculta por los edificios que la rodean.

Incluso durante la misa es raro ver a más de cinco o seis personas, asegura el guardián del lugar.

La Iglesia armenia se desgajó de las demás iglesias en el concilio de Calcedonia (451 después de Cristo) por diferencias dogmáticas sobre la naturaleza de Jesucristo, adoptando la postura conocida como "monofisita".

Los siríacos y la lengua de Jesús
A esa rama pertenece también la Iglesia Siriaca, a veces llamada jacobita, que hoy está difundida sobre todo en Irak, Siria y Líbano, pero que también cuenta con fieles en el sureste de Anatolia y en Estambul.

En esta comunidad se utiliza el arameo, la lengua que hablaba Jesucristo hace más de 2.000 años, para la liturgia, y muchos fieles lo emplean todavía en la vida cotidiana.

El arameo también es el idioma materno de muchos seguidores de la iglesia caldea, en gran parte refugiados de Irak.

Sin iglesia propia en el centro de Estambul, los caldeos utilizan a ratos la cripta de la iglesia católica de San Antonio, porque comparten doctrina: pertenecen a una de las tres confesiones orientales o ´uniatas´ que reconocen al Papa de Roma.

Otra es la Iglesia armenio-católica, que se separó de la armenio-apostólica en el siglo XVIII, mientras que la tercera es la siriaco-católica, escindida de la siriaca ortodoxa en 1782.

Las tres congregaciones conservan sus ritos, liturgias y normas canónicas distintas de las de Roma pero aceptan los dogmas católicos y sus sacerdotes pueden administrar la comunión a los fieles de cualquiera de ellas y también a los ´latinos´, nombre con el que se conoce los católico-romanos.

La mayoría de los siriaco-católicos de Turquía viven en la provincia suroriental de Mardin, mientras que en Estambul hay unas 200 familias, explicaron a Efe fuentes de la comunidad.

Están ilusionados con la visita del papa, el próximo sábado, ya que el patriarca siriaco-católico, Ignacio Yusuf Yunan, acudirá desde su sede en Beirut para entrevistarse con Francisco I.



El patriarca Younan pastorea a los católicos de rito siríaco: su título es "Patriarca de Antioquía de los Sirios y todo el Este"

Ambos dignatarios participarán en la ordenación de un sacerdote siriaco para la comunidad de Estambul.

A las siete congregaciones mencionadas se añaden diversas denominaciones de las iglesias protestantes, que sólo en los últimos dos siglos se han establecido en Estambul, por lo que a menudo se les considera "recién llegados".

Armenias ortodoxas en la misa católica
La población cristiana local otorga una importancia relativa a las diferencias dogmáticas de las distintas confesiones, y muchas fieles armenio-ortodoxas acuden a la misa católica en la céntrica iglesia de San Antonio.

"En nuestra iglesia somos miembros del coro", cuentan dos mujeres a Efe, "y venimos a la misa católica para poder simplemente oírla relajadamente, sin tener que cantar; además, es muy bonita".

Incluso muchos musulmanes frecuentan las iglesias -ya sean católicas o ortodoxas- para buscar un momento de espiritualidad o encender una vela.



Una vela en la iglesia del Santo Espíritu en Harbiye, Istambul; en la esquina inferior derecha, una postal de San Juan XXIII, que pasó varios años en la ciudad

San Jorge: cuando los musulmanes van a la iglesia
Esta costumbre llega a su apogeo el día de San Jorge, cuando miles de vecinos de Estambul, prácticamente todos musulmanes, peregrinan a una isla cercana para rendir homenaje al santo de la iglesia ortodoxa local.

Muchos atan hilos de coser a los árboles e intentan acercarse a la iglesia con el rollo entre las manos, cuidando de no romper el filamento para que así se cumpla un deseo.

Otros guardan cola durante horas para poder entrar en la iglesia y colocar una vela, pese a no identificarse como cristianos.

"¿Qué importa? Una iglesia es la casa de Dios ¿no? y da igual de qué forma se le venera", aseguró a Efe una participante.

El Papa y el Patriarca, herederos de San Pedro y San Andrés
Enfrentadas durante siglos, las iglesias greco-ortodoxa y católica viven en Estambul un período de armonía, con la esperanza de una reunificación que supere el cisma del Cristianismo hace casi un milenio. Una pancarta con las imágenes del Papa Francisco y el patriarca ecuménico de la Iglesia Ortodoxa, Bartolomeo I, decora la entrada a la iglesia de San Antonio en Estambul, con la leyenda "Bienvenidos" en turco y en inglés.

La comunidad católica de la metrópolis en el Bósforo está ultimando sus preparativos para la reunión del obispo de Roma con el de la histórica Constantinopla, un evento que también los ortodoxos esperan con máxima expectativa.

En la iglesia, situada en el barrio de Istiklal, en pleno centro comercial de Estambul, se distribuyen postales con una foto que muestra a ambos líderes y en el reverso propone la oración que se pronunciará estos días.

"Señor, haz que este encuentro sea un paso decisivo hacia la unidad visible de Tus hijos", rezan las tarjetas.

Podrá serlo, confirma en conversación con Efe el portavoz de la Iglesia Ortodoxa de Estambul, la antigua Constantinopla, Dositheos Anagnostopoulos.

"Tenemos más esperanzas que nunca que, en efecto, llegará un día donde será realidad la reunificación de las dos Iglesias. Este día se está aproximando, si Dios lo quiere", asegura.

El primer paso se dio hace justo 50 años, con un encuentro de Pablo VI y el patriarca Atenágoras en Jerusalén, en 1964.

Tres años más tarde, ambos líderes cristianos se visitaron mutuamente en Roma y Estambul, un gesto que también realizaron los papas Juan Pablo II y Benedicto XVI décadas más tarde.

"El diálogo entre las dos Iglesias ha tenido altibajos pero ahora vivimos una atmósfera muy positiva", dice Anagnostopoulos.

El actual patriarca Bartolomeo ha contribuido a ello, visitando Roma el día de la inauguración del papa Francisco el año pasado.

De hecho, fue la primera vez en la historia que un arzobispo de Constantinopla asiste a la ceremonia de introducción en el cargo del Obispo de Roma.

"¿Tan importante es? Sí: muestra que uno respeta al otro tanto -o si se me permite decir: uno ama al otro tanto- que lo acompaña en el día más importante de su vida. Teológicamente no significa gran cosa, pero desde el punto de vista humano, cristiano, sí es un gran paso", explica el padre ortodoxo.

El primado papal: centro del debate
Y quizás la clave del diálogo esté en estos gestos, porque los dogmas de las dos Iglesias apenas se diferencian; la única cuestión fundamental de la desunión es la del primado papal, recuerda.

Ésta cuestión de jerarquía fue el motivo del cisma de 1054, que llevó a la separación de las dos Iglesias, con normas canónicas diferentes pero sin mayores disputas teológicas.

"El papa se entiende como el representante de Jesucristo en la Tierra, es decir para todos los cristianos. Los ortodoxos aceptamos este primado, pero lo vemos como el ´primus inter pares´, el primero entre obispos de igual rango, no es el soberano absoluto de la cristiandad", recalca Dositheos.

El Patriarca ecuménico, por su parte, nunca ha tenido esa aspiración hegemónica y únicamente se considera el de mayor rango entre los prelados ortodoxos, agrega.

"La administración, para llamarlo así, de la cristiandad es para nosotros cosa de un sínodo. El de mayor rango en este sínodo sería, efectivamente, también para nosotros, el Obispo de Roma", concluye el portavoz de la comunidad ortodoxa.



La enorme iglesia de Santa Sofía fue luego mezquita y hoy es un museo en la Turquía laicista

El domingo 30 de noviembre, el día de San Andrés, el patrón del Patriarcado de Constantinopla, Francisco y Bartolomeo oirán misa juntos en la iglesia ortodoxa.

Un gran momento para la comunidad ortodoxa griega de Estambul, de la que ya sólo quedan unas 3.000 almas, tras los pogromos y el acoso legal de los años 1940 y 1950 cuando había más de 100.000, cerca del 10 % de la población estambulí.

El propio Dositheos Anagnostopoulos, nacido en Estambul, emigró con su familia a Alemania y sólo volvió a Turquía tras jubilarse, para colaborar en el Patriarcado.

Desde Estambul, pastorear ortodoxos de todo el mundo
Trabajo no falta porque desde estas oficinas se administran más de 50 diócesis de la diáspora ortodoxa, desde América a Australia, que pueden sumar unas 9 millones de personas, estima.

Pese a que su profesión es la de biólogo y matemático, también da misa, ante la falta de sacerdotes.

No se pueden formar teólogos locales porque el gobierno turco todavía no permite reabrir el seminario cristiano ortodoxo de la isla de Heybeliada, cerca de Estambul.

Turquía vincula esta antigua reivindicación del Patriarcado al tratamiento de los musulmanes en Grecia, lo que demuestra que pese a todas las buenas palabras del gobierno, éste sigue considerando a los ciudadanos de fe ortodoxa como una comunidad extranjera.



La familia Karim, católicos caldeos, llegó a Estambul en 2013 huyendo de la guerra y persecución a los cristianos en Irak

Cristianos de zonas rurales en Turquía
Una nota de la agencia France Presse

Dos iglesias, una milenaria y otra moderna, de una pequeña localidad perdida en la inmensidad del sudeste de Turquía, simbolizan el pasado cristiano de la región y la voluntad de sus habitantes de resucitarlo.

En Elbegendi (Kafro en idioma siríaco), al sur de Midyat, nació y fue bautizada Seyde Bozdemir, una joven que, al igual que muchos de sus vecinos, tuvo que emprender el camino del exilio, hacia Alemania.

Muchos años después, Seyde Bozdemir está decidida a volver a su ciudad natal. "Aquí, están los nuestros. Aquí queremos terminar nuestra vida y ser enterrados", dice Bozdemir de confesión cristiana siríaca.

"En los años ochenta dejamos todo y huimos sin mirar atrás. Era muy difícil, invivible", pero "cuando soñamos, seguimos soñando con este lugar. Por eso queremos volver", dice.

El alcalde de Elbegendi, Aziz Demir, ya volvió a la tierra de su infancia tras 23 años de exilio en Suiza.

Demir recuerda los años durante los cuales el conflicto kurdo convirtió a Elbengendi en un pueblo fantasma.

"Era la guerra entre los rebeldes kurdos del PKK (Partido de los Trabajadores de Kurdistán) y el ejército".

"Durante ese período, entre 50 y 60 cristianos fueron asesinados en la región. Queríamos mantenernos neutrales, pero no era posible. Por eso nos fuimos", cuenta con cierta tristeza.

"Pero ahora queremos volver. Para proteger nuestra religión, nuestra cultura", agrega.

Un puñado de habitantes siguió el ejemplo de Demir y muchos otros están dispuestos a emprender el mismo camino si las negociaciones de paz entre el gobierno turco y el PKK se concretan.

El gran exilio de los cristianos de Turquía comenzó con los intercambios de población consecutivos a la independencia turca en 1923 y se aceleró con los disturbios intercomunitarios de los años cincuenta y la invasión de Chipre del norte en 1974.

En esta llanura de la Alta Mesopotamia sólo quedan 80.000 cristianos, sobre todo ortodoxos, ya sean armenios o siríacos, y un puñado de católicos, caldeos u otros. Una gota de agua en un océano de 75 millones de musulmanes.

"Apenas somos cuatro familias", dice Adnan Saglamoglu, un joyero de confesión caldea, que optó por permanecer en Mardin (sudeste) en vez de exiliarse.

Cuatro años después del asesinato del jefe de la Iglesia Católica de Turquía, Saglamoglu teme sobre todo la lenta extinción de su comunidad.

"Sin la ayuda de los que están en el extranjero ya hubiéramos desaparecido. Pero intentamos mantener viva nuestra cultura", explica.

La iglesia siríaca, erigida en el siglo III y el siglo IV, ha sido restaurada al igual que las otras diez aún enhiestas en Mardin.

"Sobrevivimos gracias al dinero colectado en nuestra comunidad. No recibimos ninguna ayuda del estado turco, ni de los fondos europeos", dice el sacerdote Gabriel Aktas, que lamenta la lenta pero inexorable disminución de fieles y sacerdotes.

Los islamistas conservadores que gobiernan Turquía desde 2002 aducen que defienden "todas las religiones", pero, jurídicamente, las comunidades cristianas del país no son consideradas minorías. Ese reconocimiento encabeza las reivindicaciones de los cristianos de Turquía, que también fueron víctimas de las matanzas que sufrieron los armenios bajo el imperio otomano en 1915.

"Hoy no se puede construir una iglesia en Turquía. Es una vergüenza", dice Ayhan Gurkan, un catequista que transmite su saber en secreto en la iglesia siríaca de Midyat.

Aziz Demir, alcalde de Elbengendi, espera ansioso la ayuda del papa Francisco, que visita Turquía este fin de semana.

"No queremos que Europa siga sacrificando a los cristianos de Oriente. Es hora de que al fin puedan vivir en su tierra", dice.