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Saturday, October 11, 2008

La vida

Mientras que el termino nación, asocia grupos de gente compartiendo afinidades culturales y objetivos comunes; no es posible definir a ningún grupo como tal a no ser que la protección de la vida
esté al frente de nuestras aspiraciones. El bien común no es posible sin tener la vida como el cimiento fundamental de nuestros objetivos.
Pensarlo de otra manera implica el abandonar al ser humano a su libre albedrío, convirtiéndolo en un depredador suelto y peligroso cuando no amenazante, porque su condición se reduce entonces a renunciar su naturaleza social a favor de un enfoque exclusivo hacia si mismo.
La vida es, entre los dones dados por Dios nuestro creador; el más preciado, pues es aquel que nos permite el vínculo que desde el momento de la concepción poseemos como individuos con Él, nuestro creador y Padre omnipotente. Este es el vinculo que Dios ha mantenido pese a nuestra elección por la muerte y la desesperación. Él nos ha hecho naturalmente Suyos.
La vida empieza en la concepción porque es este el momento en que poseemos individualidad y porque no existe otra explicación para el establecimiento de su comienzo que sea capaz de desviarnos de esta verdad. No es posible decir que hay vida en el esperma paterno solitario o en el ovulo materno, hasta que estos en su unión, milagrosa producen vida dentro del plan de nuestro Supremo creador. No es pues el ser humano el que crea al ser humano ni físicamente ni de ninguna otra forma o método. Aun sea el utilizar medios artificiales para la procreación, será la voluntad Dios la que determine el ser o no ser del individuo. Esto no establece bajo ningún aspecto la prevalencia del ser humano pero si su interferencia en el plan divino.
El fin de la vida sobre la tierra, nuestro pasajero divagar por este valle de lagrimas; es la muerte o la separación del alma del cuerpo para pasar a rendir cuentas a nuestro Dios, justo y misericordioso. La muerte fue la elección del ser humano en el momento inicial de su creación mediante su decisión de seguir los malos consejos del demonio en el pecado original. Todo ser humano pues morirá y la consecuencia será después de ese momento la de su vida, pero será el plan divino el que determinara su procedencia.
El quinto mandamiento de la ley de Dios explícitamente protege la vida prohibiendo su destrucción intencionada o alevosamente. Lo que esto implica es la destrucción de la vida mediante la voluntad de hacerlo o directamente buscándolo.
La ley pues esta obligada a proteger asimismo la vida, mas que por requerimiento social, por mandato divino, como receta inapelable para el resguardo y garantía del futuro.
Cuando la política implica que la protección de la vida no esta en ninguna prioridad, o peor aun; que pone en peligro ciertos oscuros derechos adquiridos y por tanto la paz social; nada pone mas en evidencia el carácter de la maldad que en ese egoísmo, de parte los que tratan de destruir la vida escondidos tras tan oscuro ‘derecho’ tanto como del político que pretende desestimar el peso y precio de su ambición.
Cuando la política implica que es de necesidad económica el destruir la vida o peor aun; estadística, lo que se establece es un mundo perdido en la maldad, en haber perdido esa relación natural que el ser humano posee desde la creación con Dios y con su prójimo. Asimismo se establece esa caótica anarquía en la que seres humanos reducidos al dominio de sus instintos animales se dejan llevar por ellos poniéndolos por encima de toda consideración moral, pues es nuestra relación con Él la que determina nuestra moralidad y que tan legitima es esta.
Existe un solo Dios real, pero muchos ídolos y deidades ficticios, creados estos por la perversidad del egoísmo humano persiguiendo esos ‘objetivos personales’ que los seres humanos se plantean como metas para definir su éxito individualista. El verdadero beneficio económico por tanto radica en la objetividad que nos ofrece el vector direccionado desde la individualidad de la persona humana hacia el bien común. Existe pues un muy marcado valor negativo cuando esta dirección va en orientación opuesta o desde la comunidad hacia el bien individual.
La protección de la individualidad de la persona humana para su funcionamiento hacia el bien común depende pues de la protección de la que este goce de parte de la administración del grupo social al que este pertenece.
Es función primordial de cualquier gobierno u organización política por consiguiente; la protección de la vida, para que los beneficios que obtiene el individuo para la comunidad sean posibles y estos tiene que ser obtenidos desde su relación directa con Dios y no por la administración del grupo social.
La función esencial pues de gobierno es la de proteger la vida desde su concepción y hasta la muerte natural.
César Fernández-Stoll
Cambridge, Ontario, Canadá