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Sunday, December 14, 2008

Polos opuestos


¿Como demostrar la existencia de Dios?

La mejor y única manera de encontrar a Dios es la fe, creyendo incondicionalmente en Él, porque todo lo relativo a Él es tan obvio y como la verdad misma.
Cuando se pone en duda Su existencia o se exige un prueba de esta, mas allá de la inherente blasfemia, está el abrazo a la negación de la verdad y la adopción del yo como la única dirección.
En la constante letanía de ciertos medios y personajes respecto a sus, bien o mal intencionadas dudas respecto a sus propios orígenes se divisa siempre la falta de raciocinio en cualquiera de las explicaciones aportadas. Porque lo obvio es siempre el principio y el fin, los componentes fundamentales para la existencia de cualquier ente. No por accidente, Cristo nos expresara claramente esa verdad irrevocable, de que Él es alfa y omega, el principio y el fin. No existe nada fuera de Dios.
Cuando tomamos las teorías construidas por los que pretenden esquivar la verdad presentando situaciones accidentales en los extremos irracionales de las probabilidades, para demostrar, no el principio o fin de las cosas, sino de cómo la evolución hace su progreso en el tiempo. Muy a propósito, el principio y el fin, son esquivados de cualquiera de estas teorías porque sin Dios, no son explicables.
Religiones hay muchas pero no equivalentes, porque religión no es sino la aceptación o adopción de un Dios y por tanto, existiendo un solo Dios vivo, no puede haber sino una sola religión verdadera. Solo hay un solo Dios porque no solo así nos lo ha revelado Él mismo a través de un sinnúmero de eventos, sino porque siendo Él el principio y el fin, no es posible tal afirmación cuando mas de uno se trata.
El Dios verdadero nos busca, nosotros no lo buscamos a Él. Dios es la verdad, es el amor, es la esperanza y es la paz, todas ellas juntas, no como una selección antojadiza de acuerdo a las necesidades del sujeto. No está pues en ningún ser humano el escoger quien Dios es, aun así sea constantemente el hecho que seres humanos tratan de construir sus propios dioses de acuerdo a sus necesidades terrenales. No es pues difícil discernir y concluir que Dios esta no está en lo mundano sino mas bien encima de ello.
Existe pues una polarización que nos pone en la disyuntiva de escoger entre dos extremos opuestos e irreconciliables, Dios nuestro omnipotente y verdadero o cualquiera entre el sinnúmero de deidades que podremos construir dependiendo del momento o la oportunidad.
Dios en su Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo; constituye el todo, es la verdad y es amor puro, es la esencia del bien, por lo tanto el encontrar a Dios verdadero constituye el entregarse a la verdad a través del amor en su única valida aceptación que es el dar y darse para el bien común y la justicia social.
El único camino posible pues para la verdadera justicia social es el amor y con este la verdad absoluta. El plan que Dios tiene para con cada uno de nosotros esta centrado en la verdad y en el amor como la mas grande de las virtudes a lado de la fe y de la esperanza y como complemento inevitable de estos para la salvación.
El bien común es por lo tanto accesible solo en función al amor pleno y puro en concordancia con lo ya expresado por Jesús como los mas grandes mandamientos de la ley; amar a Dios con toda nuestra fuerza, seguido por amar al prójimo como a uno mismo. Solo hay un Dios a quien amar por sobre todo y uno mismo implica individualidad, por lo que se excluye el envolver a todos los demás en nuestra responsabilidad hacia nuestro prójimo. El amor al prójimo nace del individuo y es una responsabilidad del individuo, no de la comunidad desde algún gobierno, no de un partido político por los motivos que sea, sino desde el individuo.
Por la creación por ser creados a imagen y semejanza de nuestro creador, poseemos una dignidad que nos pone por encima del resto de la creación, la que ha sido puesta a nuestra disposición para crecer y mantenernos y asimismo mantener el planeta en donde residimos en esta vida. El planeta no es quien provee, Dios es quien provee, nosotros somos simplemente los guardianes o administradores de los bienes que Dios nos ha dado. Cada ser humano pues esta dotado de individualidad y como consecuencia de lo cual, posee una identidad además de dignidad.
El amor no se puede expresar sino desde el individuo hacia la comunidad. La individualidad no  nos separa de nuestra participación social ya que en esta precisamente radica la esencia de nuestro amor al prójimo. La responsabilidad es del individuo de tratar dignamente y como individuos a todos los seres humanos sin consideraciones de raza, color, sexo, o inclusive, creencias. Esto ultimo, en particular, no exime la responsabilidad de poner la verdad como cimiento fundamental en cualquier relación. Habiendo sido creados iguales, todos somos susceptibles a equivocarnos o a vivir en equivocados, pero esto no puede ser aceptado como la justificación para la equivocación ya que no existe amor a nuestro prójimo cuando este es privado del razonamiento y el acceso a la verdad.
En el proceso de encontrar la polaridad opuesta a la verdad y al amor a Dios mismo, el punto de partida es el mal como el rechazo a Dios y con Él, la verdad y el amor, y se encuentra pues que el mal está mas bien inspirado en la perdida del reconocimiento de Dios, el individuo, la verdad y el amor, por lo que el mal se termina centrando en el yo y la alabanza del ego, o el reemplazo de Dios verdadero por un pagano egoísmo.
La opción es pues bastante simple y asequible, mientras menos pensemos en nosotros mismos para centrar nuestra vida en amar, o darle al prójimo como a nuestros mismos, mas nos acercaremos a Dios. En la contraparte, mientras mas nos centremos en nosotros mismos olvidándonos de nuestro prójimo, mas nos alejamos de Dios y mas nos perdemos en cualquier paganismo, ya que la obtención de nuevas deidades está a escoger, ninguna válida sino para los efectos de nuestro propio egoísmo y satisfacción.
¿Quien es el prójimo?
Mientras que nuestro prójimo es también aquel desamparado de tierras lejanas y países extraños, el mas accesible es aquel ser humano mas cercano a nosotros y como Cristo lo presentara, no necesariamente familiares y amigos, sino perfectos extraños. Nuestro amor no debe de conocer limites ni obstáculos ya que cuenta con la gracia de Dios y no debe de ser relegado a ninguna entidad bajo ningún pragmatismo de aparente función social. La libertad que tenemos de escoger nuestro camino, radica en la responsabilidad que llevamos de responder como individuos y no como grupo social.
Nuestro vínculo social está reflejado en el amor al prójimo, ese es el bien común y esa es la justicia social.
Clara y obviamente, relegando esa responsabilidad social, lo que se logra es la imposición de la maldad ya que la conexión que mantenemos como individuos con Dios, es dislocada a favor de la dependencia de personajes orientados a su propio centrismo, a satisfacer su propio ego y por tanto, aberraciones como la de la cultura de la muerte se hacen patentes como algo de bien social o la aceptación del pecado, en todas sus formas, contra cada uno de los Diez mandamientos de la Ley, como justicia social.
La respuesta por tanto está en el individuo recuperando su identidad como tal y su dignidad para poder servir a Dios a través de sus preceptos.