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Friday, March 27, 2009

La manipulación política y los problemas económicos

En los últimos años el mundo ha sido testigo de una intensificación en el ataque por parte de fuerzas aparentemente opuestas, dirigidas hacia la destrucción de la civilización occidental judeo-cristiana.

Dentro de la emergencia como supremacía militar y económica de los Estados Unidos de America tras la caída del imperio de la Unión Soviética, superioridad desarrollada tras su participación en dos guerras mundiales arrebatando el liderazgo mundial; el sentimiento colectivista, se negó a aceptar el debacle y se tornó en un movimiento subterráneo que de la guerra fría se torno en la guerra abierta contra la libertad individual y la dignidad humana. La nueva realidad histórica no representa la bondad de los Estados Unidos sino la reacción del mal frente a la destrucción de su principal baluarte. La Unión Soviética fue un imperio del mal y de hipocresía y de opresión y de esclavitud, el epitome del colectivismo, disfrazado en la utopía del comunismo, un mundo de egoísmo total. Este mundo oculto tras de una cortina llamada de hierro, se ocultaba un mundo real de necesidades y satisfacciones y abusos y mercado negro y asimismo, un sentimiento religioso de esperanza hacia la liberación. El ostracismo generalizado, no pudo disponer de la verdad y esta, una vez destruida la monstruosidad construida por Lenin y Stalin bajo la filosofía marxista, emergió en toda su intensidad y en toda su realidad y mientras que el sentir humano de bondad se hizo presente en la verdad y el amor a Dios, asimismo afloró la corrupción oculta por siete décadas y que había a través de todo ese período llevado la economía del imperio. La Unión Soviética no fue un gran imperio a la altura del romano, español o americano, porque contrario a estos, nació en la corrupción y por tanto estuvo muerto desde su nacimiento.
Como consecuencia de la nueva realidad histórica, las fuerzas antes ocultas, producto de la corrupción y de la maldad y del egoísmo, vagaron perdidas unos cuantos años buscando la oportunidad de reinar nuevamente.
La decadencia moral de la cultura occidental, en la cual medidas colectivistas han, a través de las mismas décadas de imperio de la Unión Soviética, causado otro tipo de corrupción esta vez del alma además del cuerpo y que dada las consecuencias dadas por estas ‘medidas’ proclamadas como de bondad hacia las masas y de equilibrio de centro, mediante la cual el matrimonio, la familia y el individuo, son atacados como las instituciones obstaculizando el progreso y la prosperidad y naturalmente los mas inocentes entre nuestros congéneres; los bebes y los ancianos.
Estas fuerzas, no acostumbradas a obrar abiertamente o mas aun dentro de la legalidad, que no sea la que le permite la corrupción del sistema, han concebido un plan de alcance mundial para el total dominio global a través de las Naciones Unidas y es así que encontrando la oportunidad en los viles ataques del 11 de setiembre del 2001, contra la torres del World Trade Center en Nueva York, hallaron de esta forma el momento apropiado para la ofensiva, contra la religión organizada primero, pero cuidando de no desperdiciar el odio sembrado por culturas ajenas y lejanas, y luego; aparentando soportar la guerra ahí desatada, para luego obstaculizar secretamente con descaro las posibilidades de victoria.
Es así como hemos arribado al tiempo actual y a la llamada crisis económica. El anhelo de arrebatar la presidencia de manos de la democracia, ha perpetrado, primero la duda y el sentimiento de derrota en el pueblo americano y luego ha infiltrado las líneas de votantes republicanos, por una parte primero para darle impulso a un títere presentado en forma de algún tipo de mesías y luego instalando a un contrincante gastado y débil; todo facilitado por la corrupción existente en el establecimiento político del gobierno central.
Pese a todos estos esfuerzos, los diversos sondeos no ofrecían la seguridad de poder lograr el cometido, el cual encima de todo, había contado con el soporte incondicional del mundo mediático, de tal manera que la presión económica se hizo imperante, la cual ya estaba siendo minada desde tiempo atrás y mientras que esta mostraba signos de constante crecimiento por varios años, la fragilidad del mercado de bienes raíces, definido por el otorgamiento por disposición del régimen anterior, sin respaldo de hipotecas bajo el disfraz de justicia social, y por tanto se hizo notar primero en este sector y la reacción en cadena ocasionó el derrumbe del mundo ficticio de las finanzas en todo el planeta.
Es indudable que la responsabilidad cae siempre a quien esté de turno en el poder y por tanto el resultado de la contienda fue de una entrega total al títere instalado a fuerza de imagen pero sin absoluta substancia.
Teniendo control del congreso, las fuerzas colectivistas, conjuraron con aun mas profundidad y dentro de la debilidad política del régimen saliente, se visualizó aun una imagen de salvación por parte del estado a un sistema de libre mercado aparentemente herido por sus propias fallas y es así como la crisis mundial se dio comienzo en un proceso de destrucción de la confianza del publico a las ataduras impuestas por la política al libre mercado y desde ya significó el alejamiento de los mercados con su consecuente caída libre inmediata.
Asumida la dirección, el nuevo régimen no se hizo esperar para revelar su incapacidad y su anhelo por ofrecer ‘soluciones’ colectivistas a problemas reales y la ansiedad por mostrar algo contundente se cristalizo a través de aun mas imposición e intrusión del estado contra el libre mercado.
Al momento los mercados muestran signos de repunte y luego de recaída y es que este se rehúsa a ser artificialmente manipulado y la realidad como siempre es la que resurge y se presenta con la fuerza que nosotros pedimos a través de nuestros sueños e ilusiones.
La verdad nos propone que el único Mesías, es Jesús Cristo, Hijo único de Dios hecho hombre para nuestra salvación, la personificación de la verdad y el amor de entrega absoluta y total para nuestro beneficio. La idea de Mesías construidos o implantados obedecen mas a la presencia del anticristo que la de un salvador. Un anticristo pues se revela como aquel que pone al egoísmo como el principal motor de nuestra vida e ilusiona verdades relativas a las condiciones que se presentan, ninguneando al ser humano en su identidad individual y su dignidad.
No es pues de sorprender que las primeras medidas pretendiendo ser de bien común y justicia social por parte del nuevo régimen, estén orientadas a la destrucción de la dignidad human, de la familia y de la identidad del individuo y obviamente de la verdad absoluta, relativizándola de acuerdo a lo que aparente producir resultados.
Los tiempos actuales son testimonios de un fraude mas en la historia, repetitiva y absurda, complaciente y egoísta del mal en vana gesta por destruir el amor y con este la pureza del bien común y la justicia social.