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Wednesday, October 7, 2009

Libertad y democracia

El ser libre implica el uso de la voluntad y la elección constante de alternativas, de opciones que se nos presentan constantemente en nuestras vidas. El uso de nuestra voluntad implica el uso de nuestra inteligencia, don divino contenido en los dones que el Espíritu Santo nos presenta libremente.
La inteligencia nos permite mediante su uso el discernir claramente entre lo que es verdad y lo que no lo es, y a través de este discernimiento, el optar por la decisión mas adecuada.

El uso de nuestra inteligencia es una función individual y por consiguiente nos hace responsables individualmente de los resultados de nuestras decisiones.
Sin embargo, hemos sido creados en dos géneros únicos y distintos, cada cual con una clara función natural y con un rol que ejercer. El hombre y la mujer no han sido creados pues para competir el uno contra la otra ni viceversa sino muy por el contrario, para complementarse el uno con la otra y viceversa.
Unidos, un hombre y una mujer, están condicionados a procrearse, a generar la posteridad y es responsabilidad de ambos el instruir y educar a sus descendientes y estos de obedecer a sus progenitores.
El matrimonio es la base de la familia humana y la familia es el núcleo fundamental de la sociedad puesto que dentro del proceso de crecimiento, los hijos seguirán su camino y generaran nuevas familias y así sucesivamente. El ser humano es pues un ser social y ha sido creado para vivir en sociedad o en comunidad si se quiere. Esta comunidad no es creación del humano sino de Dios y por tanto responde a las leyes de Dios y no del ser humano.
Dentro de este contexto social, es imprescindible sin embargo el mantener la decisión del individuo como condición fundamental en el ejercicio de la libertad y corresponde a la familia el decidir sobre su propia movilidad o residencia.
El contexto social es dependiente de la integridad familiar y del destino por esta prescrito. Ese es el cimiento de la democracia, del gobierno del pueblo o del individuo o la familia.
No existe formula viable mediante la cual negando al individuo y la familia, se logre el bien común  y la justicia social, porque la decisión de un individuo no necesariamente es la de otro y asimismo lo elegido por una familia puede no ser la opción de otra.
Esto hace de la libertad dentro de la democracia no algo absoluto sino relativo a los límites establecidos en la individualidad de la persona humana.
La imposición de leyes o reglas dentro del contexto social están pues asimismo limitadas a lo que es naturalmente relativo al individuo y la familia puesto que es la manera de garantizar la identidad de la persona humana y el respeto por su dignidad.
La falaz idea de que es función del estado o de algún gobierno el de proporcionar felicidad o satisfacción al individuo corresponde mas a su esclavización que a su libertad puesto que perdiendo o mas bien entregando su identidad ante el supuesto beneficio hacia todos con ello se rinde la libertad que es don divino.
La democracia como insignia de libertad es pues dependiente de la capacidad del individuo de decidir por si mismo y por lo que es de crucial importancia entender a esta, la democracia, como el gobierno del individuo en vez de hacerlo de la mayoría puesto que esta solo condiciona a la desaparición del individuo y su libertad y con esta su individualidad, identidad y dignidad.
Cuando se presenta la idea del estado benefactor, necesariamente se le hace a este grande en dimensión y alcance y se le niega al individuo la capacidad de amar a su prójimo y de buscar el bien común sin imponer a sus semejantes sino mas bien ayudándolos a ver la luz de la verdad y por tanto encontrando la verdadera justicia social.
Esta condición impone la necesidad de limitar la función de gobierno a lo necesariamente indispensable para lograr el bien común y la justicia social, no forzando a los individuos y sus familias a una ilusoria igualdad entre estos sino aplicar la justicia en igual forma a unos y a otros.
El abuso del poder y la corrupción son producto del exceso de función de parte del sistema, nunca por falta de esta.
Dios nos presento diez reglas fundamentales de las cuales las tres primeras nos obligan a amar a Dios y las otras siete a nuestro prójimo. Las primeras nos dicen lo que tenemos que hacer y la otras, lo que no debemos hacer, porque no somos libres de ignorar a Dios mientras que si lo somos para todo lo demás pero dentro de las limitaciones que Él nos ha indicado.
El honrar a nuestros padres, claramente no es algo que implica privación de alguna clase, pero ciertamente nos condiciona siendo el cuarto mandamiento o el primero encausado a amar a nuestro prójimo a establecer esa línea entre lo que representa amar a Dios como padre y a nuestros progenitores.
La democracia pues no es una directiva del estado sino una condición de libertad para el individuo de decidir libremente su destino y acciones relativas a lo que Dios dispone y el estado no es sino un vehiculo de cohesión social dispuesto y libremente establecido por el individuo para su servicio.


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